Y esta palabra adquiere mayor resonancia en estas obras. El origen latino de esta palabra lo define como “una cualidad que va más allá de los límites naturales”.
Estela Hussong mira mas allá de los contornos (de los límites naturales) de las plantas y paisajes bajacalifornianos. Observa el mundo natural desde esa condición única del buen artista que sensibiliza lo visto desde su interiorización. No se dedica convencionalmente a representar las formas naturales. Sus amapolas no responden a su presencia real, marchitas o frescas, sanas o desfallecientes, sino a esa condición única (repitámoslo: trascendente) que da el dibujo como reflejo poético y no como una práctica aprendida.
Otra de las particularidades de esta obra radica en la voluntad de desprenderse de un dibujo correcto y preciso y de una cierta pulcritud y orden. Empatados de cualquier forma, la artista apuesta por soportes que tengan caracter sin dominar la imagen: papeles cogidos al vuelo, como si fueran una obra informalista y monocroma.
Rasgados y aparentemente frágiles, sus delicados papeles japoneses hacen protagonista al dibujo. Esta grácil experimentación contrasta con la elegancia de unos trazos firmes y delicados, de trasparencias y manchas que expanden el espacio hacia un fondo donde surgen estas llamadas “amapolas del campo”, como es popularmente conocida esta flor por los caminos de Ensenada, San Antonio de las Minas o en cualquier rincón de la Baja California donde crezcan.
Ciertamente, estas maniobras artísticas de Estela Hussong forman un catálogo de gestos poéticos en torno al dibujo y la pintura como mecanismos para sentir y observar desde otro lugar. Convierte los conocidos paisajes y las plantas nativas en un motivo singular, para poder ver mas allá de sus límites, de sus bordes naturales. Pinturas y dibujos los de Estela Hussong que transforman las formas inmediatas de lo real en una experiencia trascedente.
Carlos E. Palacios
Ensenada, 22 de agosto de 2024